Un matrimonio y su bebé de solo un año y cuatro meses salvaron sus vidas “de milagro”, tras un accidente registrado en la madrugada del jueves, a metros de Gualeguaychú.
Julia Andrade, junto a su esposo, Julio Ramos, rememoró cómo fue el siniestro vial -que casi termina en tragedia- y cuestionó las demoras en las asistencias. Desde una habitación en el Hospital Centenario, la mujer de 36 años destacó que salvó a su bebé porque lo abrazó muy fuerte junto a su cuerpo y aseguró que “estuvo la mano de Dios para salvarlos”.
A las 7:16 de la mañana, Julio -de 46 años- manejaba desde Ibicuy, donde vive la familia, hacia Gualeguaychú, porque su pareja tenía que llegar a una clínica para una cirugía. En el kilómetro 51 de la ruta nacional 14 y, a poco más de dos kilómetros del ingreso a la ciudad, se encontraron con algo inesperado.
“En el medio de la ruta había un caballo atropellado por una camioneta Toyota Hilux que iba delante de nosotros. No pudimos evitarlo y lo chocamos, entonces nuestra Renault Duster se dio vuelta”, describió la víctima que sufrió lesiones golpes en su vista, rostro y cuerpo.
“En ese momento, yo estaba sin el cinturón de seguridad porque le alcance una mamadera a mi bebé que estaba llorando, sentado en la parte trasera del auto. Con el vuelco, salió despedido y quedó en mis brazos, entonces, lo abracé fuerte a mi cuerpo y se salvó”, explicó.
Y continuó: “El auto quedó enganchado a un camión que nos arrastró como 50 metros. Era un chisperío. El camionero nunca se detuvo, el auto se desenganchó y a nosotros nos asistió el hombre de la Toyota Hilux y de otra camioneta que paró, donde viajaba Raúl Ríos, que fue testigo del accidente junto con otro muchacho”.
“Ellos nos desprendieron y nos sacaron del auto. Una chica de las casas vecinas a la ruta se acercó y se llevó a mi bebé hasta su casa para darle la mamadera y abrigo, incluso le cambió los pañales. Estamos muy agradecidos a esas personas”, destacó Julia, con la voz entrecortada.
ANIMALES SUELTOS EN LA AUTOPISTA
Junto a su esposo, que tiene golpes en la espalda y varios traumatismos más, sostuvo: “Es una inconsciencia que anden animales sueltos en una autopista. Casi nos cuesta la vida esa inconsciencia, casi matan a una familia entera”. La familia –que por poco muere en el accidente- exige saber quién es el propietario del equino. “Los vecinos nos contaron que no es la primera vez que un caballo se cruza la ruta y que han denunciado, pero nadie lo resuelve”, destacó Julia y cuestionó “se alguien se imagina lo que significa esquivar un animal en el medio de la ruta. ¡Es inesperado!”.
“INOPERANCIA”
Pero enseguida, más allá de la solidaridad de los vecinos y otros automovilistas, Julia y Julio fueron víctimas de la “inoperancia” y dieron cuenta de ese calvario.
“Recién a las 8.40 de la mañana, más de una hora después del accidente, nos levantó una ambulancia de Vida. Cuando nos sacaron del auto, nos atendió gente de una ambulancia que iba a Federal, pararon y nos atendieron. Nos cansamos de llamar y no venía nadie: ni la Policía de la comisaría séptima que está a dos kilómetros, ni la Policía Vial del puesto ubicado debajo de la ruta 16 que estaban a mil metros. Tuvo que ir una persona a buscarlos para que venga la patrulla”, se quejó.
Finalmente, Julia reflexionó: “Nosotros la sacamos barata, porque estamos con golpes y dolor. El auto está destruido. Pero, el camión que nos enganchó y arrastró nunca paró. La Policía demoró y la tuvieron que ir a buscar; y la ambulancia de Vida tardó más de una hora en socorrernos. ¿Qué podría pasar si las heridas son más graves? ¿Te morís en la ruta esperando? ¿Cómo la concesionaria no controla a los animales sueltos? ¿Por qué hay personas inconscientes que largan los caballos a las rutas?”. Preguntas qué alguien con autoridad y responsabilidad debería responder.
Fuente e imagen: Reporte 2820